Necesitamos uno de estos Glass Holder Necklace. Que no hay por dónde cogerlos, que no hay estilo ni saber estar que te haga parecer cool si lo llevas encima, que te garantiza hacer el ridículo estés donde estés, que… Pero que oye, que para lo que son, sirven.
Y es que después de un finde festivalero del que nos estamos todavía reponiendo, ayer casi morimos de gozo con Arcade Fire en la explanada del Guggenheim. Gora este Bilbao moderno nuestro dónde cada día hay algo fantástico y estupendo going on! Ay, bochito querido, quién nos lo iba a decir hace unos añitos. Sí, lo admitimos: tenemos ya una edad y entre canción y canción ayer nos dio por la nostalgia y por contar historias en modo amama de cuando en aquel mismo sitio no había nada más que campas, y el tren nos dejaba en La Naja, y la ría apestaba, y… Es que uno miraba alrededor, y veía el Museo, y la Torre Iberdrola, y el parque, y el Paraninfo de la UPV, y el ambiente, y la música… y alcanzaba un punto cuasi orgásmico de orgullo y satisfacción al saberse en casa.
Superado este arranque patrio, volvemos al Glass Holder Necklace. Que sí, que en un sitio con tanta gente no se pueden dar vasos de cristal, pero es que la cerveza en vaso de plástico no sabe igual, primero te deja los dedos helados y luego se recalienta, termina por rajarse y te va goteando hasta que terminas hundido, mojas al vecino cuando en un arranque haces un quiebro a lo Bisbal… Así que, visto que ya nos sisan con los tickets (que hay que comprar en múltiplos de 4 pero una cerveza cuesta 3, aunque luego «te devuelven lo sobrante al final del concierto»… si es que estás dispuesto a esperar una cola del infierno) pues oye, que vendan también de estos chirimbolos que alguno fijo que pica.
Y para terminar: una de Arcade Fire en Bilbao!
¡Ole, Ole, y Ole!